- Escrito por Xavier Araiza
Sala pequeña, cómoda, íntima. Dos sillones, una mesa de centro, lámparas. Carro de servicio con vinos y hielo. Entra el Ganster. Va vestido al estilo mafioso de la época Al Capone. Se ve tenso, de mal humor. Canta un estribillo de “O Sole Mío” mientras de un maletín saca una caja de puros, una pistola, una navaja de botón automático, un paquete de droga, gruesos fajos de dólares. En el bolsillo de su saco busca un pequeño estuche personal: aspira cocaína. Bebe Whisky. Activa la radio y se escucha la Vida en Rosa con Louis Armstrong. Entre tanto ha consultado insistentemente su ostentoso reloj de oro.