* Intervención presentada en asamblea de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UNL el 3 de octubre de 1968. Publicada en el periódico independiente Prometeo liberado! en febrero de 1969. Se conserva el texto integral, con el lenguaje y manera de problematizar del 68. Pero da luz sobre el contenido social, nacional e histórico del sector estudiantil que aún pervive. El examen actual de la vida nacional figura en El México nuevo, obra del t.III de la Obras completas publicadas por Morevallado Editores. (Edición original de la organización La Mueca, 1999).

 

Los crímenes del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco han marcado el cierre de una fase histórica de la lucha estudiantil.

 

A los ojos de todos se demostró que el movimiento no podía continuar sin un "plan a largo plazo", sin tácticas y estrategias que sirvieran de guía para la acción en el contexto de la correlación de fuerzas políticas y económicas del país.

El 2 de octubre señaló que el estudiantado, con su sola fuerza, no puede conquistar las demandas que abran la puerta al camino democrático de México. Mostró que es necesaria su unificación con las clases y sectores sociales que tienen la capacidad económica y política para realizar no sólo las trasformaciones democráticas que se necesitan, sino también las transformaciones estructurales que se van perfilando en la conciencia del movimiento

El programa del estudiantado no se ha terminado de hacer. Sus tradicionales intereses universitarios (laboratorios, bibliotecas, edificios, etc.) recibieron en los 60's el impulso de nuevas demandas (aumentar el cupo, abrir las puertas de las universidad al pueblo, reducir cuotas, etc.) y se van integrando en la formación de un programa político (democracia, justicia, garantías individuales, etc.). No se puede esperar que el programa esté hecho terminantemente. Ningún programa que pretenda reflejar la situación realmente existente, que responda a los intereses del estudiantado, puede cerrar la puerta a nuevas consignas que van apareciendo en el movimiento mismo.

Sin embargo, pese a estas consideraciones, se ha entrado en una fase donde es preciso determinar con alguna precisión científica, atendiendo a las condiciones sociales, económicas y políticas del estudiante, sus vías para llevar a cabo ese programa, o sea, sus tácticas de lucha.

Conviene aclarar, de antemano, que aquí distinguimos la "táctica" de las "formas" y "medidas prácticas de lucha".

Por la táctica entendemos el método para llevar el programa a feliz realización. Por formas entendemos a las diferentes luchas que, de acuerdo con distintas necesidades, se pueden realizar.

Por ejemplo, la lucha académica por mejores planes y programas de estudio, etc.; la lucha social por proyectar la universidad al pueblo, aumentar el cupo, etc.; la lucha económica por reducción de cuotas, bajas tarifas camioneras, cafeterías, etc.; la lucha política por la autonomía de las sociedades de alumnos, por la participación en el gobierno universitario, por la democracia y la libertad en el país, por la paz en el mundo, por la liberación de México. Y otras que son formas de una sola lucha estudiantil.

Por medidas entendemos las soluciones concretas y la elección de armas determinadas para la lucha (mitin, manifestación, huelga, "parlamentarismo", presión, etc.). Considerando los avances y fracasos que el movimiento ha tenido en 1968, intentaremos precisar las bases de la táctica del estudiantado que le permitan proyectarse históricamente y darle forma a su movimiento para beneficio del pueblo, la patria y él mismo.

 

  1. El estudiantado como sector social y político.

 

La aportación más importante del movimiento ha sido la aparición del estudiantado como sector social y político específico.

Tradicionalmente, se le había negado la capacidad para dirigirse por sí mismo (incluso, todavía en estos momentos, partidos de derecha e izquierda siguen sosteniendo tal cosa). Se ha demostrado que sus dirigentes, en términos generales, poseen la capacidad de dirección suficiente para elevar las demandas de la base al nivel de la protesta.

Y esto es más valioso si consideramos que las direcciones estudiantiles son las únicas que se eligen democráticamente en el país, frente al control charrista de la clase obrera y el campesinado.

Está formado por individuos reclutados de diferentes clases, pero forma un sector que no deja de tener su finalidad propia (como el sector campesino, que no es una clase homogénea, pero eso no le impide tener su programa propio). Sus demandas académicas, sociales y ese programa político que se va perfilando, acusan rasgos ideológicos especiales que es preciso explicitar.

Esto, como decimos, ha sido rechazado por algunos partidos políticos y por el gobierno. Sobre todo, a este último le preocupa esa formación de rasgos ideológicos específicos y esa organización independiente, porque el estudiantado es el único sector social que no ha gozado de la "mexicana alegría" de la demagogia. El mito del "revolución mexicana" tampoco se ha convertido en credo juvenil y esto perturba la tranquilidad ideológica de la "nación".

En esto el estudiantado no puede engañarse. Los llamamientos a la "unidad nacional" que se han hecho últimamente por la burguesía y el gobierno no deben ser atendidos. La intención de estas consignas es conservar la "noche ideológica donde todos los gatos políticos son pardos" e impedir la proyección del movimiento.

Por otra parte, lo que es inadmisible es que la unidad nacional se trate de fundamentar con base en el terror y sin un previo programa de liberación nacional.

Otro aspecto importante es que el poder del estudiantado sólo se muestra social e históricamente en forma organizada (en sus sociedades de alumnos, sus consejos estudiantiles, sus comités de huelga, sus clubs, brigadas políticas, etc.) y no sólo en forma individual.

La base de la democracia representativa es la conversión de los hombres en ciudadanos electores, es decir, en hombres que ejercen su poder político individualmente. Sin embargo, aun en el caso de que las elecciones se realizaran en forma democrática, se esconde allí una falacia.

Allí el pueblo es convertido en elector, se le atomiza, se le destruye su fuerza social colectiva y el poder desorganizado de millones de individuos nada puede contra el poder organizado que reúne en él todos los poderes de los ciudadanos, el respaldo dado en el sufragio.

Democracia representativa significa, pues, anulación de la fuerza organizada del pueblo, para dejarle sólo su fuerza ciudadana caótica y débil.

El estudiantado, en cambio, se ha mostrado como poder político por el hecho de haber tenido la capacidad de protestar organizadamente, como unidad social frente al resto de las fuerzas. Su primera tarea es, por tanto, organizar su poder como sector social específico adoptando las tácticas, las formas y las medidas de lucha para avanzar e impedir que las estrategias del poder del sistema lo debiliten.

 

  1. ¿Cómo puede proyectar su poder?

 

Pero el triunfo logrado ha de asegurarse y determinar las maneras en que puede proyectar su poder. Ha de asegurarse sosteniendo la independencia de las sociedades de alumnos respecto de las autoridades y los partidos políticos que han demostrado no estar a la altura de las demandas que el pueblo exige.

La democracia existente en las sociedades de alumnos debe mantenerse y hacerse consciente, de manera que la dirección tenga la participación de la base y ésta vigile estrechamente los actos de sus líderes.

Pero si bien es urgente asegurar esa independencia, es preciso entender cómo puede proyectarse históricamente y qué medidas tomar para ello.

El estudiantado vive en una posición social sujeta a contradicciones.

Es un sector social que no puede ser presionado económicamente, no participa directamente en la producción, sino que forma parte del trabajo intelectual que se prepara para el ejercicio profesional.

Esa es la gran ventaja de que disfruta, pero esa es también su gran desventaja, puesto que tampoco puede presionar en ese sentido a la nación. (No se le puede correr del trabajo, aplicarle la cláusula de exclusión, negarle el riego, la tierra, el crédito; pero tampoco puede detener el proceso productivo con sus huelgas).

Su ventaja le permite proyectarse todo lo que quiera, su desventaja le limita la lucha. Pero esta contradicción lo obliga a determinarse respecto a las fuerzas que integran el eje de la política nacional. Solamente uniendo su lucha con la clase obrera, con los campesinos y las capas medias, puede cobrar esa proyección, porque eso le permitiría conectar su poder con la presión económica para sus logros inmediatos; y, por otra parte, colaborará no sólo en la presión, sino en la revolución económica.

Es claro que algunos grupos del estudiantado, cuya extracción de clase no está conectada con el pueblo trabajador no colaborarán en esta tarea, pero en una gran mayoría se puede lograr eso.

En este aspecto, su primer paso ha de ser, a no dudar, pertrecharse con una teoría de vanguardia que le permita presentar soluciones a los problemas económicos, sociales y políticos de nuestra época. Esa fue la gran ventaja del movimiento estudiantil francés y eso le permitió mover a diez millones de obreros.

Su segunda tarea es, pues, asegurar su triunfo tomando medidas para garantizar la independencia y proyectarse históricamente fundiendo su lucha con el pueblo trabajador como condición para llegar a la victoria.

 

  1. Rescatar la universidad para el pueblo y la nación.

 

A nuestro modo de ver las cosas, la universidad es el último reducto de la democracia en el país y es preciso asegurar ese valor tomando medidas al respecto, fortificando y creando lazos de unión entre las partes del cuerpo universitario (los maestros y estudiantes), pero sobre todo haciendo respetar la autonomía universitaria.

Por supuesto, ésta incluye la autonomía académica que permite la libre determinación de planes y programas de estudio, la administrativa que determina su autoridad por sí, la orgánica en tanto tenga la libertad de darse las leyes y reglamentos que considere pertinentes para alcanzar su fines y el respeto al recinto universitario como persona moral, que es sujeto de derecho e institución científica y cultural.

Es claro que la autonomía por la autonomía misma no tendría sentido. Cobra valor en cuanto se consideran sus labores de investigación, formación de profesionistas, transmisión y fomento de la cultura y su labor social con el pueblo, como sus tareas básicas.

La universidad recibe la influencia directa de las empresas nacionales e incluso de la intromisión del capital extranjero a través de "ayudas" de diferentes fundaciones.

La preocupación de las autoridades es formar profesionales aptos para trabajar, aumentar la productividad del trabajo, etc., descuidando la labor de investigación y desarrollo de la ciencia como tarea básica.

Su labor social se ha restringido y la labor de los departamentos de extensión no se dirige hacia la finalidad para la que fueron creados: llevar la universidad al pueblo (en labores culturales, ayuda médica, educativa, etc.).

La labor humanista se ha ido perdiendo, se ha reducido el "humanismo" al estudio de algunas materias a las que se apellida "humanidades". Olvidándose que el humanismo universitario tiene un sentido eminentemente práctico dirigido hacia la elevación de la dignidad humana, la iluminación del camino del mundo hacia la libertad con la ciencia y la cultura y el establecimiento de lazos de unión entre los hombres para lograr la paz en el mundo.

La universidad no puede ser la torre de marfil que han pensado muchos, ha de tener proyección social y ha de tener relación con la economía nacional también, desde el momento en que de allí salen los profesionistas y los hombres que tradicionalmente han dirigido la sociedad. Pero eso no significa que deba estar sometida a los intereses de los empresarios y se tergiversa su esencia como universidad.

Ni un aislamiento de la sociedad ni un sometimiento a los intereses de la economía en turno, sino una adecuada conservación de sus finalidades propias, una proyección social, un valor político como reducto de la democracia y uno económico como formadora de profesionistas.

No nos pasa desapercibido el asunto de que una transformación radical de la universidad no puede realizarse sin una transformación radical de la sociedad, pero en este caso mucho se podría hacer si el estudiantado tuviese participación directa en los gobiernos universitarios, si las direcciones de la escuelas estuviesen integradas por comisiones paritarias de maestros y alumnos.

De nada serviría demandar el rescate de la universidad y el cumplimiento de sus propios fines si no se tomaran las medidas para llevar a cabo tales cambios.

La tercera tarea es, pues, rescatar la universidad para sus propios fines (desarrollo de la ciencia y la cultura, proyección social, sentido democrático y valor económico), tomando las medidas que garanticen una verdadera autonomía universitaria.

 

  1. Inclinar el poder hacia las clases desvalidas.

 

Siendo un poder, el estudiantado debe ejercer su fuerza para poner la balanza política a favor de las clases trabajadoras, de quienes puede esperar el apoyo para la conquista de sus demandas y participar activamente en la formación de gobiernos del país, así como en la construcción de una sociedad mejor.

No siendo una clase social sino un sector, no puede mover por sí mismo la rueda de la historia, pero puede ayudar a desbalancear el poder.

Se han vivido 50 años de un falso equilibrio de clases que sólo ha reportado beneficios para la burguesía, basta echar un vistazo a la distribución del ingreso nacional como a los acontecimientos políticos de esta época, para darse cuenta de ello.

El estudiantado ha cobrado la capacidad de desnivelar ese poder, de despertar la conciencia de algunos sectores de la población y remover la anquilosada conciencia colaboracionista.

Así como sus posiciones han amenazado con terminar ese falso equilibrio internacional que ha sido llamado "coexistencia pacífica" y que no ha sido sino una guerra fría, tan destructora como la "caliente"

Por otra parte, ese poder debe ejercerlo para colaborar en las tareas de la formación de gobiernos que respondan a los intereses económicos, sociales y educativos del pueblo, como medio que permita la expansión de la universidad hacia alturas superiores.

Su participación en la discusión y formación de nuevos tipos de sociedad es evidente si consideramos que, gozando de una relativa libertad académica y teniendo en su manos la posibilidad de conocer la realidad de nuestro tiempo a través de la investigación científica, puede iluminar a los pueblos en alguna forma para el trazo de los caminos hacia sociedades más libres.

Su cuarta tarea es el ejercicio de su poder político para poner la balanza en favor de las clases desvalidas, en la formación de gobiernos democráticos y la transformación estructural de la sociedad.

 

  1. La verdadera unidad nacional.

 

Si bien se debe rechazar todo intento de unidad nacional fundada en las bayonetas, eso no implica que los intereses de la patria sean ajenos al estudiantado y deba sectarizarse al grado de sentirse independiente de manera absoluta del ser social.

Una autonomía respecto al ser social es absurda, quiera o no está en una sociedad determinada y es una parte de ésta. Su existencia, su trabajo y su acción forman parte del ser social y junto con los otros sectores integra la población que habita este territorio.

Evadimos llamar a esta población con el nombre de "nación", que la mayor parte de las veces ha sido un simple nombre, porque si se supone que designa los intereses de una comunidad de hombres, no corresponde a la realidad de las cosas. Esa comunidad no existe. Cada clase social vive de acuerdo con sus intereses y el país no ha cobrado una independencia económica y política que le permita pasar a condiciones superiores en diferentes aspectos. Para nadie es desconocida la penetración del capital extranjero, la desigual distribución del ingreso nacional, etc., que muestran que esa comunidad homogénea de intereses llamada

"nacion" no existe.

El estudiantado no puede apoyar a un patria que no tiene y que tampoco está defendida por quienes hacen el llamado a la unidad nacional. Pero ese mismo hecho le condiciona a la búsqueda de una patria independiente y le obliga a unir sus intereses, si no con una nación mística, sí con los sectores y clases sociales que desean lograr esa liberación.

El intento de presentar a la lucha estudiantil como movimiento al servicio de intereses extranjeros ha fracasado, porque para ninguna persona honesta (y es preciso que la población reconsidere que los niños y los jóvenes son lo menos maleado de nuestro tiempo), para ninguna persona honesta, decíamos, existe posible disyuntiva entre servir a la patria o someterse al extranjero. La honestidad fuerza a tomar el camino de la patria y la discusión no cobra mayor importancia.

La quinta tarea es la integración de una comunidad que desee luchar por una patria independiente, rechazando los mitos tras los que se esconden los intereses extranjeros mismos.

 

  1. Ejercer la conciencia para desenajenar el mundo.

 

La siguiente tarea de importancia es remover organizadamente la conciencia del mundo. Es decir, ejercer el papel de inteligencia que ha comenzado a desplegar.

 El mundo ha ido entrando en cauces de "normalidad" donde las verdades más elementales se tergiversan en una conciencia sometida a una tecnificación no científica, sino a una mecanización automática. La que no responde a la liberación del hombre respecto a sus necesidades, sino al soborno de los trabajadores para hacer su conciencia presa de la inseguridad en el trabajo, el bienestar, etc., y comprarlos al mismo tiempo con migajas.

 Se ha tratado de hacer aparecer al ejército y la policía en todos los actos de la vida pública para "normalizar" la conciencia y que la elevación de los ejércitos al poder no provoque sobresalto.

 Así mismo, se ha canalizado la protesta hacia cauces donde no solamente no se logra nada positivo para la solución de sus problemas, sino que se les usa como medio para fortificar el poder de las clases poseedoras.

 Una conciencia vergonzante se ha ido apoderando de los hombres y las viejas generaciones. Cuando éstas no se muestran incapaces de resolver los problemas de la paz, el hambre y la educación del mundo, se muestran poco dispuestos a hacerlo, salvo honrosas excepciones.

 Los problemas del mundo no pueden ser resueltos con los métodos improvisados que se han usado, es preciso que la conciencia científica y el pensamiento revolucionario se enseñoreen del mundo y el estudiantado representa el embrión de eso.

 La conciencia enajenada se ha comenzado a subvertir y eso tiene gran significación histórica. Los gobiernos de nuestros países se fundan en el poder económico, político y militar de las clases poseedoras, pero también tienen una base importante en la conciencia de los hombres, en el apoyo inconsciente dados por éstos (en el voto fraudulento, en el silencio cómplice, en la traición de los oportunistas que sólo se movilizan para lograr prebendas personales, etc.).

 El estudiantado está ejerciendo ese papel de inteligencia, frente a una intelectualidad que no acaba de comprender la gravedad del momento. Y no se conforma con desplegar esa tarea de manera académica (eso compete a sus tareas respecto la universidad), sino en forma práctica, en el movimiento social mismo.

 

3 de octubre.1968.

 

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