“Es necesario cabalgar las circunstancias, es así, como se determina el verdadero curso de los acontecimientos, como se construye el martillo que hace estallar las constricciones”.
Eugenio Barba.
El teatro es una de las aportaciones más grandiosas que se han hecho a la humanidad. Las mujeres y hombres que contribuyeron de una u otra forma para que sucediera la maravilla de estar de pie en el aquí y ahora del teatro, han dejado como vestigios innumerables escritos y documentos que plasman el testimonio del oficio teatral. Pero ¿qué sucede con las personas que corrieron con la suerte de que su testimonio del oficio se perdiera entre los acontecimientos históricos?
Un fragmento en un mármol, una vasija, una escultura, un escueto testimonio de sus contemporáneos, el poder de la leyenda, de la tradición e imaginación es lo que rescata la memoria de un griego nombrado Tespis. De él se tienen muy pocos datos como para fijar su fecha de nacimiento o muerte exacta, así que una biografía que se realice en su nombre siempre produce una sensación de estar incompleta.
Además, se tiene el conflicto que se produce de bien argumentados debates sobre la época en que él vivió, porque unos lo ubican en el esplendor de las Grandes Dionisíacas y otros lo colocan después de ese evento. Pero, la época más aceptada y publicada por investigadores de la tragedia griega colocan a Tespis en el siglo VI a. c.
Según los cálculos, él vivió en la era de la tiranía y alrededor de sus 35 años tuvo un encuentro o varios con Solón debido al oficio que desempeñaba. Se puede tener la certeza de que Tespis y el legislador, se encontraron en un espacio que brinda la posibilidad de encontrarse ante otro organismo vivo. Sin embargo, cuando sucede la muerte del legislador, Tespis sería testigo del conflicto político entre los que pertenecían a la aristocracia y quienes eran apoyados por la plebe, donde finalmente, en el 546 a. c., Pisístrato se afirmó como el gran vencedor y su reinado dura hasta el 527 a.c. [1]
Y Prisístrato sabía que su pueblo le daba mucha importancia al culto del dios Dioniso, así que lo oficializó y se dio comienzo a las Grandes Dionisíacas donde Tespis ganó el primer premio del concurso. Pero ¿por qué lo ganó? ¿En qué consistía la fama de este hombre de oficio teatral?
Desde luego, ya existía gente de oficio como el de Tespis, por tal motivo, se ha puesto en duda muchas de las innovaciones que a este autor se le atribuyen. Pero, concuerdo con la afirmación de Macgowan y Meltniz, Tespis hizo bastante de lo que se le imputa. [2] Lo que hizo Tespis fue cambiar, modificar, mejorar los elementos existentes, es decir, innovar. En él, encontramos la característica principal de todo creador de teatro u hombre de oficio teatral y consiste en cambiar el orden de cosas establecido.
Ahora bien, ¿dónde iba a romper el orden? El dios Dioniso en sus andares por el mundo antiguo y especialmente, por el territorio griego, compartió el gusto por el vino entre otras cosas. Era la deidad de los agricultores y su culto estaba fuertemente ligado a la fertilidad. De modo que, a fines de año los agricultores celebraban la vendimia por medio de la bebida, la pasión desbordada, la orgía, las danzas y cantos por las calles. Y un carro llevaba al dios de los excesos, de la fertilidad de la tierra y de los cuerpos. A ese carro lo seguía un grupo de personas que se distinguía como el coro y entonaban himnos conocidos como ditirambos y se trataba de himnos lascivos que encendían la pasión como metáfora perfecta de lo que significaba Dioniso.
Todo ese desfile terminaba en una reunión en el aquí y ahora, es decir, ellos presenciaban desde un lugar donde se mira (Theatron) el sacrificio de un macho cabrío sobre un altar. Mientras esto sucedía, el coro recitaba ditirambos alrededor del altar disfrazados con cuernos y pieles de macho cabrío o trasgos para simular ser sátiros que siempre acompañaban al dios griego. Lo asombroso es que mientras recitaban sus himnos, la sangre fecundaba la tierra y así tenemos el significado de tragedia: trasgos-oda.
Tespis fue testigo de este culto y lo que hizo fue introducir el diálogo en el coro por medio de un actor para que sucediera el intercambio de la palabra. Ahora bien, ese diálogo ya se encontraba en la estructura de la Ilíada y Odisea de Homero, así que Tespis no lo inventó. Pero, es importante destacar que implementó el conocimiento que tenía sobre la literatura de Homero en el culto al dios Dioniso y al hacerlo, dio la posibilidad de que surgiera el primer actor y autor teatral del mundo.
Aristóteles documentó que Tespis fue quien dotó del diálogo y prólogo al coro. Y siempre que se reflexiona sobre esta innovación, se repara en la maravilla teatral, porque surgió el conflicto entre el coro y los héroes por medio del diálogo. Además, está la implementación de la máscara como herramienta indiscutible del drama, ya que aporta infinidad de interpretaciones al lenguaje escénico durante una obra.
Pero, hay algo que a pesar de no tener una fuente que respalde la veracidad del mito o leyenda, se ha mencionado a través de los siglos en textos de historia teatral. Se dice que Tespis tuvo una disputa con Solón y como consecuencia fue condenado al destierro o exilio. Si ese hecho surgió del imaginario o no, ¿qué hizo este hombre de oficio teatral ante las circunstancias que lo rodeaban? Como lo dice Eugenio Barba en el epígrafe que se ha elegido para este artículo: “Cabalgar las circunstancias”.
Tespis era un creador teatral y como tal, veía posibilidades donde otros no las encontraban. Junto a los que lo acompañaban, iba en su carro de lugar en lugar sin detenerse por mucho tiempo para llevar sus creaciones teatrales. Era lo que se conoce en nuestro lenguaje teatral como un Teatro Itinerante y Tespis supo continuar con su oficio teatral al adaptar las circunstancias culturales, religiosas, políticas y sociales en oportunidades para continuar llevando el teatro a más ciudades.
Lamentablemente, no tenemos la suerte de leer mínimo uno de sus escritos como lo hacemos con los textos salvados de Esquilo, Sófocles, Eurípides o Aristófanes. Pero, tenemos los testimonios de autores dramatúrgicos, de Plutarco y de textos latinos donde le hacen justicia a la innovación de su oficio teatral. Además, a pesar del tiempo y del espacio, seguimos reflexionando en cómo gracias al culto del dios de los excesos, un hombre transformó esa pasión desenfrenada en un oficio teatral que sigue desarrollándose hasta nuestros días a pesar de las circunstancias que se presenten en nuestro oficio teatral. ¿A qué otros grandes dramaturgos sin datos certeros de su biografía y aporte a la humanidad nos recuerda la historia de Tespis?
Por Aarón Coré.
[1] Para más información leer Trágicos menores del siglo V a.C. (de Tepsis a Neofrón): Estudio filológico y literario, el autor Francisco Miguel del Rincón Sánchez es un gran erudito.
[2] Las edades de oro del teatro, escrito por Kenneth Macgowan y William Melnitz, Fondo de Cultura Económica, 1959, p16