Pero seguiré a esos mediadores colombianos: mientras más difícil es el contexto, más vital es mantener los lugares abiertos (...) Espacios de descanso, de ensueño, de pensamiento, de humanidad".
El derecho a la metáfora, Michèle Petit.
He escrito acerca de docentes que se han destacado por ir más allá del plan de estudios que imparten en el espacio donde iluminan. Dichos docentes ponen en práctica una labor humanística que armoniza con lo artístico y la conciencia social. Y son enseñantes que rompen el molde y que han dejado huella en mi camino debido a que me movieron a accionar a fin de cuestionar críticamente mi mundo. ¿Por qué incluyo a Michèle Petit en la sección Nostos educativo?
En la asignatura de Corrientes Pedagógicas Contemporáneas, del cuarto semestre de la carrera de Educación de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL se suscita el aprendizaje entre el docente y aprendiente al aproximarnos a las corrientes pedagógicas. En una de las clases se abordó la Pedagogía liberadora, la cual requiere que como seres humanos leamos no sólo la palabra, sino el mundo al interpretarlo desde la propia realidad en que nos situamos.
Al mismo tiempo surgió el énfasis en la importancia de la lectura como parte del proceso de aprendizaje de la persona y se incitó de manera crítica a leer más que letras. Además, la docente Luz Verónica Gallegos Cantú recomendó mirar a una mujer francesa que ha invertido gran parte de su vida en la investigación y significación del proceso lector que han vivido adolescentes y adultos.
Busqué y leí a Michèle Petit, una antropóloga, escritora, investigadora y conferencista que ha recorrido Europa y América Latina para hablar de la lectura y del espacio como factor importante para la construcción de la identidad. Y así sucedió la manifestación o el descubrimiento de lo que hasta ese entonces había ignorado sobre mis primeras lecturas y el contexto en el que viví durante mi infancia.
La antropóloga parte de su propia experiencia lectora a temprana edad y de las que han tenido adolescentes y adultos con quienes se ha acercado. Y el psicoanálisis es su herramienta importante para profundizar en la palabra que los lectores han guardado en su memoria. Como resultado ha escrito Lectura del espacio íntimo al espacio público, (2001) que ha sido, entre otros libros y conferencias, muy revelador para mí.
En ese libro Petit, argumenta que la lectura implica desplazarse entre lo íntimo y lo lejano. Es decir, cuando uno lee, da la espalda a quienes están en el mismo espacio de interacción a fin de reconocerse a sí mismo. Cuando uno intima, se aleja de los suyos y eso está muy claro, porque implica buscar un espacio íntimo en un contexto donde hay que tener la capacidad de resistir. Por lo tanto, destaca el medio social que el lector habita, ese barrio marginado donde se lleva a cabo el acto de leer y que se convierte en un hecho transgresor.
Ahora bien, según la investigación de la antropóloga, el acto de leer en medios sociales marginados conduce a la persona a buscar o imaginar un espacio del que se apropia. Y se trata de un espacio que está relacionado con el escape de lo cotidiano con rumbo a un lugar lejano donde el individuo se encuentra ante el reconocimiento de sí mismo.
De modo que, ese espacio psíquico va a construir a un individuo con capacidad para pensar de manera independiente al adentrarse a lo íntimo y pensar desde la lejanía. La persona delimita su espacio y se aleja de lo problemático, lo hostil, excluyente y angustioso que emana de su entorno social. Así es como legitima su espacio al tener la posibilidad de ser y de estar convirtiéndose en alguien que no sabía que tenía derecho a llegar a ser.
También, para Michèle Petit la lectura representa, además de lo psíquico, un proceso de liberación cuando emerge algo que se encontraba en el interior del ser humano. Y para la investigadora el proceso de lectura no es exclusivo de los letrados o de dotados, ya que ha constatado que personas de clases sociales marginadas, sin ser grandes lectores reconocen lo que hay detrás de una palabra.
Cuando leía el libro y escuchaba las conferencias donde la escritora argumenta por medio de la antropología, la investigación y el psicoanálisis la construcción de la identidad ligado a la lectura, comprendí mejor mi proceso identitario. Es decir, el contexto en el que viví durante la niñez era el de una clase social baja donde fui víctima de abuso sexual. ¿Cómo resistí? En el lugar en que viví existía un árbol que convertí en escondite o refugio contra el violador y que, además, representó el espacio donde podía leer sin el reproche de adultos en la familia que no veían bien que un niño realizara lecturas y que incluso el acto de leer era asociado a la locura. Michèle Petit me reveló en sus escritos el por qué mis acciones representaban una transgresión al hablarme de lo íntimo- lejano que me regaló la lectura como antídoto ante mi entorno violento.
Precisamente es lo que Freud describe como un mecanismo de desplazamiento y que Michèle cita en su libro y conferencias. Y tal mecanismo, consiste en un distanciamiento al tomar al libro como un antídoto y precisamente lo que experimentaba en mi infancia lectora a través de cada palabra era la sensación de encontrar un lugar de descanso, de pensamiento y de humanidad. Subirme a un árbol y leer fue constituyendo el reconocimiento de mi ser. Al mismo tiempo, las palabras marcaban mi vida a través de un pensamiento apoyado en relatos o imágenes que fueron redactados por personas de otro espacio y tiempo. Así es como fui construyendo mi historia y mi forma de ser ante el mundo.
Michèle Petit sigue escribiendo y participando en conferencias y destaca la labor de los mediadores latinoamericanos en la lectura porque son quienes van a espacios que han sido marginados y que en medio de esos contextos sociales comparten experiencias lectoras o propician encuentros donde el lector construye su propio espacio íntimo y lejano. Ella tiene claro que un lector elabora y reconquista su forma de ser en el mundo mediante la palabra.
La persona que lee en contextos conflictivos y marginados es una persona que desarrolla procesos psíquicos, que abraza lo que lee, que tiene capacidad para interpretar un texto y que desplaza sus angustias, miedos, sueños y deseos entre las líneas o letras. Por ese motivo, reflexiono sobre el impacto que tuvo en mí la Pedagogía liberadora y el descubrimiento de los textos de Michèle Petit en dos áreas importantes en mi vida: en mi proceso de aprendizaje y en mi afirmación como mediador de la lectura en contextos marginados. Es así como puedo constatar que la docente que imparte esa cátedra tiene razón, “más que leer letras hay que leer el mundo”.
Para finalizar reflexiono desde lo lejano. ¿Fue liberador leer y haber aprendido de Michèle Petit? Sí, porque gracias a sus investigaciones retorné a ese proceso lector que experimenté en mi niñez, pude darle un significado al derecho que tuve de tener un espacio propio en medio de un contexto tan violento y, además, construí la maravillosa posibilidad de irme convirtiendo en lo que soy. Por eso me sigue sorprendiendo la manera en cómo coincidí con Michèle Petit y fue por medio de sus textos, escuchando sus conferencias y a través de una cátedra que recibo cada viernes en mi carrera. ¿Cómo no incluir en mi sección Nostos educativo a una escritora que generosamente me ha revelado la significación de un íntimo proceso lector que ha marcado mi forma de resistir y transgredir el mundo?
Referencias:
Petit, Michéle (2001). Lecturas: Del espacio íntimo al espacio público. México: FCE.
Petit, Michèle (2008). El derecho a la metáfora. Signo & Seña. Número 19. pp. 131-143. París: Facultad de Filosofía y Letras.