CAPÍTULO I

Noviembre de 2006.

Nadie pensó que esa llamada habría de causar tantas complicaciones; ni siquiera la secretaria de Esteban, normalmente tan perceptiva, tan ducha en el arte de evitarle a su jefe toda clase de situaciones indeseables. Nadie que llamara, ni aún siendo conocido, se escapaba de un comedido interrogatorio (oculto tras un cordial intercambio) en el que ella determinaba sus intenciones y actitudes. Una voz desconocida la hacía doblemente cauta, más aún cuando tenía el agravante de ser femenina. Solamente cuando quedaba satisfecha que no habría sorpresas desagradables para Esteban, lo ponía al aparato. Pero ese día todo lo que hizo fue decirle:

-Mariana, de Monterrey. Dice que es tu amiga.

 

Agradezco la confianza de Refugio Ruiz Díaz por invitarme a presentar su novela. Cuando me escribió por correo electrónico y me envió el libro, al comenzar a leer me di cuenta que estaría ante un relato que presentaría muchas lecturas porque el asunto policiaco estaba en sintonía con nuestro entorno político, social, económico con ramificaciones, implicaciones y reminiscencias. Entonces, sistemático como soy, preferí partir de las características de la novela negra para poder penetrar en ella y ahora compartir mis comentarios sobre un marco de referencia.

 

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