J.J.F.N Maestro, ¿Por qué el tema, como lo dice al inicio del libro, se ha convertido en una tierra de nadie donde cualquiera cree que puede hacer, incursionar y hablar según su propio interés?

R.SI.: Por una parte, al mercantilismo que invadió a la cultura le favorecía la ambigüedad; y el relativismo académico que denunciara Foster al localizar 150 definiciones de "cultura", han propiciado aplicar esa palabra a cualquier cosa. ("El dominó es cultura" es un apotegma en varios restaurants).

Hoy, en el discurso neoliberal (Fukuyama, Thurow y otros), se le usa incluso como sinónimo conductista de "patrón" social. Se habla de introyectar la "cultura" laboral, jurídica, escolar, cívica, etc. Con ella se oculta que las costumbres y normas de esos ámbitos se descomponen. Se le usa como sustituto de "ideología". Sirve de disfraz en esta noche académica y política donde "todos los gatos ideológicos son pardos".

 

J.J.F.N. ¿Cuál es la relevancia, por qué es necesario hablar de cultura y soberanía nacional?

 

R.SI.: La globalización, como lo anunció Lester Thurow en su libro La guerra del siglo XXI, amenaza con hacer desaparecer naciones completas. (Naciones en el sentido de componentes del mundo formadas por una base territorial, política, social, tecnológica, educativa y cultural). Como defensa, se hace necesario propiciar y fortificar, además de la tecnología y mercado, nuestra base cultural.

Por ello insistimos en nuestro libro Cultura y soberanía nacional en impulsar la "cultura de base". Entendemos por ésta a los hábitos perceptivos, de higiene, convivencia, trato, comunicación, pensamiento, acción, que sustentan el modo de vida del pueblo. Dar a dichas bases un contenido mexicano propio es preparar el suelo donde germine la sensibilidad estética, artística, moral, ética y cívica que México necesita como condición de autonomía en el contexto mundial. Y ambas, la base cultural y la cultura artística, son fuentes de la vida del espíritu nacional. (Cicerón, que inventó el término, lo dijo: colo, colere, cultura, es cultivar, poner a lo natural el sello humano).

 

J.J.F.N. ¿Qué elementos han avasallado la cultura y la soberanía nacional? ¿es el cinismo, hoy, el dominante?

 

R.SI.: Desde los 80's el estado mexicano dejó de tener una política cultural, escudado en la postura falsa que "no se puede decir a los creadores lo que deben hacer". (La última Subsecretaría de cultura funcionó en el sexenio de MML). Claro que esa no es la función de ningún estado, pero impulsar la cultura no es dar cheques o becas a los "creadores".

 

El hecho de que figurara en el aparato educativo revelaba su corto alcance, acabó transfiriendo su responsabilidad.

 

Obviamente, con un sistema educativo que no cumple los principios del artículo 3º. Constitucional, el trabajo se redujo a "sensibilizar", mientras la televisión, el cine y las empresas extranjeras, monopolizan la generación de cultura, esto es, de modos de vida, modas, usos, hábitos, costumbres. La fundación de escuelas de arte, abandonando a las de "artes y oficios" cercanas a lo cotidiano y la vida del pueblo, carecen también del espíritu nacionalista, humanista, racional, democrático, científico y de solidaridad internacional señalados en dicho artículo.

Es cierto, el cinismo tomó el poder. En los 60's bastaba proclamar que "debíamos tomar conciencia", había fines vivos en México y el mundo. Hoy la conciencia se ha vuelto cínica, sabe la responsabilidad pero hace lo que dicta el bolsillo; se desprecia el interés nacional, social y popular, desde la cueva de refugio personal.

 

J.J.F.N. ¿El consumo ha sustituido a la cultura?

 

R.SI.: El "consumo" de obras a través de su reproducción masiva (pinturas, discos, obras literarias, esculturas, grabados, vestido, calzado, mobiliario, etc.) no sería un defecto, pues rompería con el fetiche del "aura". Después, de todo, si las reproducciones son buenas, la sensibilidad y el espíritu se nutren con una buena copia de Van Gogh, Beethoven, Rodin, etc. Lo terrible es que se vende y se consume basura.

Claro, lo importante sería que los mexicanos "de abajo" sintieran como una necesidad, igual que la nutrición o la bebida, tener modos de vida para contemplar y generar cultura, desde la base de su vida personal hasta sus formas más elevadas. La educación, ocupada en transmitir un saber instrumental, enseña a tomar todo como medio; es contraria a la cultura, que no tiene otro fin que la humanización y se nutre de raíces superiores a las del interés personal, como las nacionales.

 

J.J.F.N. ¿Cómo se debe pensar la nación, lo nacional, en estos tiempos cuando la información y las personas se desplazan velozmente de un país a otro? ¿las ideologías han muerto?

 

R.SI.: Desde Séneca hasta hoy, el cosmopolitanismo, resultado de la evolución biológica que condujo hasta el homo sapiens, no ha suplido el hecho de que, por su "crecimiento retardado" (9 meses+11 años), la formación del ser humano requiere un plano cultural, social, afectivo y lingüístico siempre particular, esto es, nacional.

 

Respecto a las ideologías, es visible, pasan a "la reserva": los partidos las ocultan y "dan al enfermo" electoral lo que pida, el lenguaje administrativo y programático las suplanta en las ciencias sociales y la comunicación, los "valores neoliberales" las sofocan en las nuevas generaciones. También es obvio, mientras los individuos ocupen una posición en la estructura social, tengan un interés y una visión diferente, su conciencia ideológica estará latente. Incluso en el acto de vivir mismo, como dijeron Sartre y Merleau-Ponty.

 

J.J.F.N. México, se dice, es muchos méxicos: el de Slim (el hombre más rico del mundo), el de los indígenas (tan diversos como los territorios que habitan), el de una clase política enriquecida, analfabeta, cínica, desinteresada y desligada de los mexicanos, el decenas de millones de pobres, el de fanáticos guadalupanos y religiosos, etcétera. ¿cómo pensar lo nacional con este contexto?

 

R.SI.: Es cierto, a medida que las estructuras constituidas por la Revolución Mexicana fueron desmontadas por el poder de los negocios, por un estado en descomposición, por la invasión corporativa y supranacional, por sectores sociales antinacionales y grupos envilecidos, México parece ser la patria de hijos malagradecidos.

 

Pero, en medio de ese denigrante espectáculo de tener uno de los hombres más ricos del mundo, de ser una fábrica de pobres y emigrados, el país de la impunidad, etc., salta a la vista que es posible fundar principios y fines de una nueva fuerza política que abra la perspectiva nacional.

Hidalgo lo hizo ver: él sabía, lo dijo Humboldt, que las contraposiciones étnicas, la profunda desigualdad social, el fanatismo, los fueros clericales, militares y hasta universitarios, no ayudaban a la unidad para liberarnos de España. Por eso encuentra en el territorio de México, único plano posible de aquellos tiempos, la condición para formar una sola fuerza mexicana. No llama a la unidad étnica, que no era posible, "unámonos, dice, todos los que hemos nacido en este dichoso suelo."

Hoy, la exigencia de reconstruir nuestro mundo agrario, contar con un mercado productivo propio, con una banca nacional, con autonomía científica, educativa y tecnológica, liberar el trabajo, construir una patria libre y fuerte, son ideales suficientes para concertar los esfuerzos. Más allá de las mezquindades partidarias y los espejismos de los ilustrados. En esos ideales se ubica la necesidad de contar con una base cultural nacional, en ausencia de la unidad educativa, pues a cualquier mercachifle se le autoriza abrir una escuela.

 

J.J.F.N. Las industrias culturales, en relación a la manera que las pensaron desde la Escuela de Frankfurt, ¿han cambiado o confirman hoy día las principales tesis de Adorno y Horkheimer?

 

R.SI.: Por supuesto, sus tesis se confirman. La industria cultural actual realiza "la unidad del género humano, pero en la alienación". Y yo agregaría: también en la desnacionalización, que nos convierte en "ciudadanos abstractos" de un mundo infame.

 

J.J.F.N. No es el arte, sino curiosamente la publicidad, la que promueve la belleza, la verdad y hasta la libertad. ¿cómo llegamos a este punto? ¿el arte recuperará estos tres pilares que le daban sustento? ¿son importantes estos valores?

 

R.SI.: En efecto, a muchos artistas amigos se les ha agotado la "creatividad". Pero basta ver los monitores de anunciantes, para detectar que allí hay estilos, significados, sentidos, líneas y demás elementos de una nueva sensibilidad estética. ¡Lástima! Lo que no se consigue en la pureza del lienzo se halla en la imagen prostituida de la publicidad. No hay duda, muchos artistas viven fuera del mundo.

 

J.J.F.N. ¿Qué hay en la mentalidad nacional que nos hace permanecer indiferentes ante lo que sucede?

 

R.SI.: La privatización, acción destructiva de la estructura económica, estatal e institucional, está intacta y sólo ha merecido un ataque psicologista que se conforma con insultar a CSG. Ha cumplido su obra. Como segunda contrarrevolución, privatiza la vida, el espíritu, el sentimiento. Con ella, la indiferencia, el cinismo, han dejado de ser una falta, parecen ser un distintivo de "alto nivel". Muchas coartadas los favorecen: el temor, la inseguridad, el empleo a toda costa, el derecho a la felicidad, la "tolerancia" mal entendida, el consumismo...

 

J.J.F.N. ¿Se puede pretender tener una cultura orientada a la Soberanía Nacional con las "nuevas" estrategias como las de los llamados promotores culturales?

 

R.SI.: Desde mi punto de vista, la promoción, el fomento de la base cultural nacional puede echar mano de las escuelas, pero están podridas por el burocratismo. ¡Honor a la gráfica del 68 y a los héroes que, como Orozco, Diego, Silvestre, Moncayo y otros, supieron sobreponerse! Y a los maestros rurales, los brigadistas y misioneros también. No se trata, claro, de "llevar una cultura" para regalarla al pueblo, sino de descubrir en su profundidad las vetas de la nueva cultura mexicana, sacar su material, purificarlo y formar con él las nuevas obras, la nueva sensibilidad, los nuevos modos de vida.¡Con su directa participación!

 

J.J.F.N. ¿Le urge a este país una reconfiguración total de la educación? Es decir, ¿urge una discusión de diferentes niveles y ámbitos sobre cómo debemos educar, sobre cuál debiera ser la educación oficial y en casa?

 

R.SI.: Sí. Es urgente reorganizar toda la educación. Recuperar su principios, labrados por la lucha de México desde 1810 hasta 1946, liberar los trabajadores de la educación de la ignominia sindical, acabar con el autoritarismo magisterial, no reformar a espaldas del pueblo y el estudiante, quitársela a los burócratas. "Toda educación verdadera, decían los jóvenes de Córdoba Argentina en 1918, es un acto de amor al estudiante." Hoy podemos decir también: de justicia y liberación.

 

El financiero / marzo 2010

 

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