El Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Nuevo León se concibe como una estructura democrática para la integración del cuerpo colegiado que lo integra, formado por dos grupos de consejeros: El primero está formado por los artistas y creadores que representan a quienes realizan actividades artísticas en las diferentes áreas o disciplinas artísticas: literatura, teatro, danza, cine, pintura y otras. El segundo grupo de consejeros lo conforman representantes designados por el Gobernador y que reúnan algunas características como ser promotores culturales o significarse por su actividad a favor de las artes en el estado.

Este consejo, dada su integración dual antes mencionada, ha propiciado en ocasiones malentendidos o situaciones de naturaleza diversa, que en la práctica se han traducido en una concepción radicalmente equivocada, consistente en establecer que unos y otros tienen intereses opuestos para la operación del organismo, quede esto como ejemplo de un problema observado en la práctica.

Es evidente que el propósito democrático que alentó esta concepción del Consejo Estatal, lleva el mejor propósito para lograr, en las acciones del Organismo los mejores logros en beneficio del arte y la cultura de Nuevo León. Se ha dicho también, que la operación gubernamental del área cultural, mediante dependencias directas de la administración pública, llevan consigo decisiones de naturaleza vertical y por ello tachadas por muchos de inadecuadas, por traducirse en acciones realizadas por funcionarios públicos que suelen atender directrices de la autoridad superior y no aquello que se valore como lo mejor para la buena marcha de una política cultural estatal.

La práctica nos demuestra que no puede existir, en la práctica de la democracia una visión categórica donde la dicotomía sea de tal característica que pueda afirmarse que sólo una u otra operación puedan calificarse como lo verdadero o lo falso, lo correcto o lo incorrecto, es decir, que algo sea blanco o sólo negro, pues toda acción social esta inevitablemente impregnada de las virtudes y los defectos de la condición humana y consecuentemente, tales acciones se ven siempre beneficiadas o perjudicadas por dicha condición, problema que por otra parte se trasmina a todo lo social, de modo que en su ámbito no se puede llegar a condiciones de otra naturaleza, como son por ejemplo, las normas o definiciones científicas, donde predomina el significado de lo verdadero o lo falso, de lo correcto o incorrecto, etc. En estas circunstancias, toda organización social debe ser sometida a valoración que ponga en juicio de valor si determinadas estructuras han alcanzado la condición satisfactoria que se esperaba en sus procesos operativos. Estas reflexiones nos conducen a la necesidad de evaluar permanentemente la práctica y la operación de todo organismo o estructura que ponga en ejercicio cualquier sistema que se traduzca en decisiones, acciones, principios, etc, de todo aquello relacionado con la vida institucional en el ámbito de lo social.

Consecuentemente, es complejo y difícil el análisis de las citadas estructuras de organización social, pero necesitamos poner en práctica ese análisis, para ir perfeccionando, en la medida de lo posible, los resultados esperados.

En el caso de Conarte, es evidente que su operación lleva algún tiempo sin evaluarse y sin que se propongan modificaciones o cambios en busca del mejoramiento de lo existente. Para establecer a los consejeros electos y a los designados, la norma legal dispone que deben cumplirse determinadas condiciones o requisitos para que se pueda producir la elección o la designación. Otro aspecto relacionado con la operación cultural debe acotar el ámbito de ejecución de un cuerpo colegiado, en el que se distingan con claridad las fronteras que dividen lo que está sujeto a una participación de carácter colectivo para tomar acuerdos y decisiones y que es aquello que corresponde a una decisión individual de autoridad.

Como estos, son varios aspectos los que merecerían evaluarse y juzgarse para identificar cómo se puede alcanzar un mejoramiento en los procesos operativos de una política cultural.

Estas ideas y muchas más que deberían ponerse en el campo de la discusión y el análisis quizá pudieran obtener, en un proceso reflexivo y con juicios de valor, las posibles cambios para entender y juzgar qué procede o no para mejorar y superar la operación de Conarte.

 

Marzo de 2009.

 

(Imagen tomada de Internet / Derechos reservados por el autor)